domingo, 9 de febrero de 2014

viernes, 24 de enero de 2014

Complejo de autosuficiencia

-Bienvenida, has tardado más de lo que pensaba.

-¿Cómo puedes decir eso? Ni siquiera me enviaste una invitación.

-Si te quedas quieto, la gente acaba viniendo a ti.

-¿Una cita de Eduard Ohlle?

-Sí

-Bueno, en parte fue por que pasé mucho tiempo pensando en qué deberíamos hacer contigo.

-Me preocupaba un poco que decidieras seguir flotando por ahí de esa manera y murieras.

-No tengo pensado morir, al menos todavía. Aunque tuve una buena experiencia cercana a la muerte cuando el cibercerebro remoto de mi cuerpo fue destruido.

-Así que tu nuevo cuerpo fue destruido antes de que tuvieras tiempo de cambiarlo por uno nuevo.

-Muy agudo.

-Espiar es mi hobby.

-En cualquier caso ¿Qué es exactamente este lugar? Parece un cementerio de información ¿de verdad pensabas que podías cambiar el mundo desde un lugar como este?

-Algo así al principio.

-¿Y cómo te sientes ahora?

-Para serte sincero no siento nada en especial, quizá para mi todo terminó en el momento en que compartí mis recuerdos contigo. Me dí cuenta de que tu te encargarías de todo a partir de ahí.

-Maldita sea, eres un mentiroso ¿Qué hay de eso de que debía retirarme y no hacer nada?

-Lo lamento, pero en el instante que compartes y sincronizas toda tu información pierdes tu singularidad y eres absorbido por el subconsciente de aquellos sin motivos o por la voluntad de aquellos con motivos.

-¿Esas son palabras tuyas derivadas de tu propia experiencia?

-Sí, de hecho al final incluso tú asumiste el rol de imitador del hombre que ríe.

-Admito que es un fenómeno extraordinario, en cualquier caso ¿Cuáles fueron tus motivos para poner en marcha un incidente de esta magnitud?

-Para ti, todo lo que pasa en el mundo parece una estafa ¿no es así?

-J. D Salinger.

-Sí, evidentemente soy algo así como la personificación de la cibernetización. Así que supongo que el terror a la esclerosis cibercerebral jugó un papel importante, todo comenzó con un mail que encontré mientras navegaba por la red. Era un mensaje de amenaza supuestamente enviado a “Genómicas Serano” que adjuntaba una tesis con un estudio comparativo de la ineficacia de los tratamientos de micro-maquinaria con respecto a la efectividad de la vacuna “Muray”.

-Entonces el que lo escribió fue el hombre que ríe original.

-Se podría decir que sí. Yo soy la maquina que os muestra el mundo como sólo yo puedo verlo.

- Dziga Vertov ¿no era director de cine?

-Sí, me engañé a mi mismo pensando que mi misión consistía en verificar y propagar la información que sólo yo podía tener.

-Y fracasaste estrepitosamente. El mediador inocente se fue desmoralizando frente a la naturaleza malvada del sistema social y enmudeció.

-Sí, me convertí en el mediador que desaparece. Igual que el autor cuya existencia se ve acentuada por el hecho de que no publica más trabajos. En otras palabras, al desaparecer actúa como medio regulador para el dinamismo del sistema social. Hasta que al final desaparece sin dejar rastro de su existencia ni dentro ni fuera del sistema.

-Friedrick Jameson.

-Sí y no. La última parte era Mathatshi Osawa. Aunque conocía las palabras no lo creí hasta que no lo vi con mis propios ojos ¿Quién iba a imaginar que la ausencia del original produciría copias sin un original? Si tuvieras que darle un nombre a este fenómeno… ¿como lo llamarías?

-Complejo de autosuficiencia.

-Sí, complejo de autosuficiencia. Desde el principio la naturaleza misma de nuestro actual sistema social ha contenido los mecanismos para activar fenómenos como este. Personalmente creo que este es el principio de la desesperación ¿tú que opinas?

-No lo sé, no hay forma de saberlo. Pero he encontrado una cosa capaz de restaurar tu individualidad después de haber compartido toda tu información.

-Dime ¿de qué se trata?

-Curiosidad, creo.

-Oh, entiendo no sé como no se me había ocurrido antes. Mi cerebro empieza a fallarme ¿qué va a pasar conmigo ahora? ¿Arrestado por secuestro, o por incitar múltiples actos terroristas simultáneos?

-Quién sabe, ese asunto depende completamente de él ¿Por qué no se lo preguntas?

-Llevo un rato escuchando, pero sin ayuda de dispositivos de memoria externa me ha resultado un poco difícil seguir la conversación ¿Te has leído todos los libros que hay aquí?

-No todos.

-Deja que te lo presente, mi jefe, Daisuke Aramaki, líder de la sección 9.

-Es un placer.

-¿Tienes pensado continuar con el desolador trabajo de preservar obras impresas en papel que tan sólo siguen publicándose por la fuerza de la costumbre?

-Siempre que se me permita.

-Por lo que respecta a este caso probablemente se concluirá que el hombre que ríe original jamás existió legalmente. Así que tengo una propuesta que hacerte ¿qué me dices? ¿Te gustaría poner tus habilidades como hacker al servicio de una buena causa y unirte a la sección 9?

-Esto es una sorpresa ¿está intentando ficharme?

-Así es.

-No sé que decir. Suena bastante interesante pero… tendré que declinar la oferta. Odio tener que reconocerlo pero se me da muy mal el béisbol.

-Se ha quedado con usted ¿y ahora qué?

-Nada, la sección 9 continuará como una fuerza de choque anti-terrorista mientras tú y yo queramos que así sea. Eso es todo.

jueves, 15 de agosto de 2013

El sueño de un hombre ridículo

"Me representaba de modo muy claro que la vida y el mundo no dependían más que de mí. En realidad, hasta podía decirse, en aquel momento, que el mundo no había sido creado más que para mí. [...] Y puede suceder que, en efecto, nada exista para nadie después de mí y que el mundo entero, una vez que se haya abolido mi conciencia, se desvanezca como un fantasma, puesto que no es más que el objeto de mi conciencia, y que se aniquile, puesto que todo el mundo y todos los hombres acaso no sean más que yo mismo..."

martes, 16 de julio de 2013

El guardián entre el centeno

(…) “Una de las cosas malas que tengo es que nunca me ha importado perder nada. Cuando era niño, mi madre se enfadaba mucho conmigo. Hay tíos que se pasan días enteros buscando todo lo que pierden. A mí nada me importa lo bastante como para pasarme una hora buscándolo. Quizá por eso sea un poco cobarde. Aunque no es excusa, de verdad. No se debe ser cobarde en absoluto, ni poco ni mucho. Si llega el momento de romperle a uno la cara, hay que hacerlo. Lo que me pasa es que yo no sirvo para esas cosas. Prefiero tirar a un tío por la ventana o cortarle la cabeza a hachazos, que pegarle un puñetazo en la mandíbula. Me revientan los puñetazos. No me importa que me aticen de vez en cuando —aunque, naturalmente, tampoco me vuelve loco—, pero si se trata de una pelea a puñetazos lo que más me asusta es ver la cara del otro tío. Eso es lo malo. No me importaría pelear si tuviera los ojos vendados. Sé que es un tipo de cobardía bastante raro, la verdad, pero aun así es cobardía. No crean que me engaño”.

(…) “Encantadores. Esa si que es una palabra que no aguanto. Suena tan falsa que me dan ganas de vomitar cada vez que la oigo”.

(…) Pensé que encontraría trabajo en una gasolinera poniendo a los coches aceite y gasolina. Pero la verdad es que no me importaba qué clase de trabajo fuera con tal de que nadie me conociera y yo no conociera a nadie. Lo que haría sería hacerme pasar por sordomudo y así no tendría que hablar. Si querían decirme algo, tendrían que escribirlo en un papelito y enseñármelo. Al final se hartarían y ya no tendría que hablar el resto de mi vida. Pensarían que era un pobre hombre y me dejarían en paz. Yo les llenaría los depósitos de gasolina, ellos me pagarían, y con el dinero me construiría una cabaña en algún sitio y pasaría allí el resto de mi vida. La levantaría cerca del bosque, pero no entre los árboles, porque quería ver el sol todo el tiempo. Me haría la comida, y luego, si me daba la gana de casarme, conocería a una chica guapísima que sería también sordomuda y nos casaríamos. Vendría a vivir a la cabaña conmigo y si quería decirme algo tendría que escribirlo como todo el mundo. Si llegábamos a tener hijos, los esconderíamos en alguna parte. Compraríamos un montón de libros y les enseñaríamos a leer y escribir nosotros solos”.

(...) “¿Sabes lo que me gustaría ser? ¿Sabes lo que me gustaría ser de verdad si pudiera elegir? (…) Muchas veces me imagino que hay un montón de niños jugando en un campo de centeno. Miles de niños. Y están solos, quiero decir que no hay nadie mayor vigilándolos. Sólo yo. Estoy al borde de un precipicio y mi trabajo consiste en evitar que los niños caigan a él. En cuanto empiezan a correr sin mirar adónde van, yo salgo de donde esté y los cojo. Eso es lo que me gustaría hacer todo el tiempo. Vigilarlos. Yo sería el guardián entre el centeno. Te parecerá una tontería pero es lo único que de verdad me gustaría hacer. Sé que es una locura”


(…) “Supongo que eso no estaría mal, pero no me gusta. Me gustaría si los abogados fueran por ahí salvando de verdad vidas de tipos inocentes, pero eso nunca lo hacen. Lo que hacen es ganar un montón de pasta, jugar al golf y al bridge, comprarse coches, beber martinis secos y darse mucha importancia. Además, si de verdad te pones a defender a tíos inocentes, ¿cómo sabes que lo haces porque quieres salvarles la vida, o porque quieres que todos te consideren un abogado estupendo y te den palmaditas en la espalda y te feliciten los periodistas cuando acaba el juicio como pasa en toda esa imbecilidad de películas? ¡Cómo sabes tú mismo que no te estás mintiendo? Eso es lo malo, que nunca llegas a saberlo”.

(…) “El oficial de marina y yo nos dijimos que estábamos encantados de habernos conocido, que es una cosa que me fastidia muchísimo. Me paso el día entero diciendo que estoy encantado de haberlas conocido a personas que me importan un comino. Pero supongo que si uno quiere seguir viviendo, tiene que decir tonterías de esas.”

(...) “Los libros que de verdad me gustan son esos que cuando acabas de leerlos piensas que ojalá el autor fuera muy amigo tuyo para poder llamarle por teléfono cuando quisieras.”

(...) “Me alegro de que inventaran la bomba atómica: así si necesitan voluntarios para ponerse debajo cuando la lancen, puedo presentarme el primero.”

(...) “No hay sala de fiestas en el mundo entero que se pueda soportar mucho tiempo a no ser que pueda uno emborracharse o que vaya con una mujer que le vuelva loco de verdad.”

(...) “No sé por qué hay que dejar de querer a una persona sólo porque se ha muerto. Sobre todo si era cien veces mejor que los que siguen viviendo.”

(...) “Si yo fuera pianista, tocaría dentro de un maldito armario.”

(...) “Si haces algo bien, o te andas con cuidado o pronto querrás empezar a lucirte y entonces ya no eres tan bueno.”

(...) “No cuenten nunca nada a nadie. En el momento en que uno cuenta cualquier cosa, empieza a echar de menos a todo el mundo.”

viernes, 12 de julio de 2013

...

"Con tal de que nadie me conociera, y yo no conociera a nadie... lo que haría sería hacerme pasar por sordomudo, y así no tendría que hablar y nadie me hablaría." -El guardián entre el centeno

jueves, 20 de junio de 2013

El reencuentro

Hace un rato me dijo "Hola". Hace apenas unas horas hablamos, después de... bueno, la verdad es que ha pasado tanto tiempo que ya ni recuerdo, ¿un año, tal vez? Para mí es como si hubiese sido toda una eternidad. En seguida sentí como si me quedase sin respiración... de la emoción. Una sensación de completa felicidad recorrió todo mi ser, como no la sentía en mucho tiempo.
Sin embargo, no entiendo por qué. ¿Por qué ahora tiene que volver? ¿Por qué cuanto más intento olvidarla siempre vuelve a mi mente? A pesar de que nunca puedo dejar de pensar en ella... a pesar que no pasa un sólo minuto de cada hora de cada día en que no piense en ti... pero... ¿por qué lo hace?



Ella nunca sabrá lo mucho que la amo; nunca sabrá que la quiero con todo mi alma, que es lo que más me importa en este mundo. Nunca sabrá todas las veces que me aguanté las ganas de besarla, de decirle "te quiero". Nunca sabrá que, aunque yo no quiero molestarla ni meterme en su vida, ella siempre podrá contar conmigo siempre que lo necesite; nunca sabrá lo mucho que yo la necesito. Y nunca sabrá que nunca, jamás, por más que lo intente, podré olvidarla.